Viernes Santo

Por Daniel Abrek -

Este Viernes Santo quiero invitarte a agradecer a Dios por su infinito amor que nos mostró en la cruz del calvario.

El capítulo 1 de Juan empieza hablándonos que Jesús era la luz del mundo, luz que traía esperanza y vida. Y aquí, colgado de la cruz, mientras agoniza por su vida, vemos que la luz se apaga y la tierra se ve conquistada por una terrible oscuridad.

Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.

Juan 1:9-10 NVI

Lo impensable sucede: Jesús, el gran maestro, el hacedor de milagros, colgado de una cruz y ni siquiera intentó defenderse. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Te imaginas a sus discípulos, a su madre y a todos aquellos que sabían que su poder era infinito? ¿Te imaginas lo que debían pensar aquellos que habían contemplado la resurrección de Lázaro por la autoridad de la voz de Jesús? ¿Cómo podía ser, por qué no se defendía?

El cielo tenía un plan diferente. Dios mismo estaba dispuesto a alterar su esencia para salvarnos. Cada vez que leo la historia de Jesús se me pone la piel de gallina. Dios, que es inseparable en su esencia, se rompe para darnos la bienvenida a nosotros. En medio de una sociedad que no hace más que cerrar puertas, fronteras y corazones, Jesús revoluciona el mundo y dice: “quien quiera puede venir, mis brazos están abiertos”.

Jesús fue rechazado para que nosotros fuéramos aceptados.

No fue solo con esa frase que vemos que Dios nos aceptó, sino con la ruptura de la cortina del templo. Ya no hacían falta separaciones o intermediarios entre el hombre y Dios.

Sea lo que sea que creas que hoy te está separando del Amor de Dios, recuerda este día y lo que significa. Por su muerte tenemos vida, aceptación y perdón. Ya nada nos puede separar.

¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Romanos 8:35-39 NVI

Gracias Señor Jesús, desde lo más profundo de nuestro corazón, por que un Viernes Santo como hoy, nos mostraste tu infinito amor.

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