Salmo 2:11 – Adoren al Señor con alegría

Por Daniel Abrek -

A veces, la reverencia y el gozo se consideran mutuamente excluyentes en la adoración de la iglesia. Muchos piensan los llamados a la alegría durante un culto implica una manipulación emocional pero la palabra de Dios es bien clara en cuanto a esto, en el Salmo 2:11 dice que debemos adorar con alegría y reverencia.

Se piensa que la palabra “reverencia” hace alusión a la austeridad de sentimientos. Y tenemos por otro lado la palabra “alegría”. Dos palabras que podríamos pensar que no pueden llevarse a cabo juntas.

En algunas iglesias, hay una demostración tan emocional en la adoración que la reverencia se pierde por completo. En otras iglesias, la congregación parece haber sido sorprendida en el funeral de un extraño. Neutrales y planos, siguen los movimientos habituales. Pero cada una de estas tendencias refleja serias deficiencias en la práctica de la verdadera adoración cristiana a Dios.

La Biblia deja en claro que cuando adoramos al único Dios verdadero, debemos venir con reverencia: ofrecer a Dios un servicio aceptable con reverencia y asombro; porque nuestro Dios es fuego consumidor. Pero la adoración reverente no significa una adoración aburrida, aburrida y sin emociones, porque Dios quiere que nosotros también vengamos con gozo y alegría.

Adoren al Señor con alegría y reverencia; inclínense ante él con temblor, no sea que se enoje y ustedes mueran en el camino, pues su furor se enciende fácilmente. ¡Felices los que buscan protección en él! — Salmo 2:11-12 DHH94PC

Nuestra adoración debe ser sincera y sincera. En algunas ocasiones nuestros corazones y ojos se llenan de lágrimas de alegría o contrición, en otras, descansaremos tranquilamente en la paz del Señor, y luego, nuevamente, a veces sentimos que apenas podemos contener nuestra alabanza y agradecimiento a Dios. La expresión externa de la emoción nunca debe confundirse, de una forma u otra, con el estado real del corazón, pero la verdadera adoración cristiana emana del corazón y se caracteriza por toda la gama de afectos piadosos y respuestas emocionales santificadas del alma a la verdad y la gloria del Dios vivo.

Debemos aspirar a una adoración congregacional caracterizada por una verdadera adoración del corazón del Dios vivo, de acuerdo con Su Palabra, que sea reverente, sustancial y gozosa. Nuestro ideal no es la formalidad sofocante, ni el misterio litúrgico, ni la catarsis contemporánea. De hecho, debemos aspirar a un servicio alegre y reverente que no esté diseñado para promover el emocionalismo ni para ser anti-emocional. No estamos interesados ​​en la manipulación emocional, sino más bien aspiramos a un ambiente en el que la congregación responda naturalmente a Dios en expresiones tanto de reverencia piadosa como de gozo.

Con esto quiero sugerir que nuestro objetivo es adorar a Dios tanto con reverencia como con gozo, pues así nos lo indica la doctrina que seguimos en el Salmo 2:11



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