Quien tiene fe no se desespera

Por Daniel Abrek -

Los tiempos de Dios son perfectos y como hijos de Dios debemos saber que quien tiene fe, no desespera, espera pacientemente en las promesas del creador.

La mayoría de los padres estarían de acuerdo en que sus hijos no quieren esperar nada. Lo último que los niños quieren escuchar es que mamá diga: “Ahora no”. Puede provocar ira, frustración e incluso desesperanza. Esta enfermedad de la espera sigue a la mayoría de nosotros hasta la edad adulta. Puede que no respondamos con los mismos arrebatos emocionales que los niños, pero la mayoría de nosotros todavía odia esperar lo que queremos.

Y nuestra sociedad moderna simplemente lo empeora. Queremos que todo se haga rápidamente, y constantemente surgen nuevos dispositivos para satisfacer esas demandas y fomentar nuestra impaciencia. No estamos acostumbrados a esperar, y cuanto más satisfaga la tecnología nuestros deseos inmediatos, menos dispuestos nos sentimos a esperar.

Ese es nuestro dilema como cristianos. Mientras que la sociedad hace todo lo posible por hacer nuestra vida más fácil y rápida, Dios obra en un tiempo muy diferente. En su mente, no hay nada de malo en esperar. De hecho, esperar puede ser un bien positivo que él usa a menudo para hacernos más como su Hijo.

Quien tiene FE no se desespera, ¡Espera!

Algo sucede realmente mientras no sucede nada. Dios usa la espera para cambiarnos.

Los fieles no debemos desesperarnos, ya que no tenemos motivos para preocuparnos de que Dios nos abandone a nuestros enemigos a causa de sus pecados: Dios es poderoso y misericordioso, y por eso sus fieles pueden confiar en que Él perdonará y guardará.

Dios nos da esperanzas y sueños para que sucedan ciertas cosas en nuestras vidas, pero no siempre nos permite ver el momento exacto de su plan. Aunque es frustrante, no saber el momento exacto recuerda que quien tiene fe, no desespera.

Hay momentos en los que podríamos darnos por vencidos si supiéramos cuánto tiempo va a tomar, pero cuando aceptamos el tiempo de Dios, podemos aprender a vivir con esperanza y disfrutar de nuestras vidas mientras Dios está trabajando en nuestros problemas. Sabemos que el plan de Dios para nuestras vidas es bueno, y cuando nos encomendamos a Él, podemos experimentar paz y felicidad total.

Os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

Hebreos 10:36


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