
Probados en fuego

Una prueba muy particular aplicada a metales preciosos es conocida como la «prueba ácida». Esta prueba adquirió mucha popularidad en tiempos de la fiebre de oro. La prueba consiste en aplicar ácido nítrico a un objeto constituido por oro, con el fin de determinar si es genuino o no. Si es falso el objeto tendrá una reacción evidente y física de deterioro sobre el material, si es genuino el objeto no es afectado. También es común escuchar que el oro y la plata son probados en fuego.
Desde el punto de vista divino sucede algo semejante en 1 Pedro 1:7, se expresa lo siguiente:
Pero cuando la fe de ustedes sea puesta a prueba, como el oro, habrá de manifestarse en alabanza, gloria y honra el día que Jesucristo se revele. El oro es perecedero y, sin embargo, se prueba en el fuego; ¡y la fe de ustedes es mucho más preciosa que el oro!
1 Pedro 1:7 RVR1960
El oro y la plata se prueban en el fuego, nuestras intenciones las pone a prueba Dios
Nuestra fe es algo muy valioso y por lo tanto nosotros también necesitamos ser probados en fuego. Estas pruebas aunque extremas al final son positivas, pues lo que busca el Señor es trabajar en nuestras vidas, con el fin de revelar una fe genuina, no para exponer una fe falsa.
En tiempos complicados podríamos sentirnos abrumado, por el temor de que nuestra fe se descomponga o no sea suficiente. Contaba Ronald Dunn, quien fue un creyente que a lo largo de su vida sufrió grandes tragedias personales y que sabía por experiencia personal lo que se siente estar presionado por estas situaciones, él escribió lo siguiente: «Señor, por qué permites que suceda esto?» A lo anterior concluía diciendo: «Es bueno recordar que Dios no es un incendiario, sino un refinador» por eso somos probados en fuego.
Si estas pasando por una prueba de tu fe, puedes regocijarte, porque podría ser exactamente lo que Dios desea usar para purificarte y fortalecerte. Recuerda Dios no es un incendiario, es un refinador.