Juan 11:25 – Yo soy la resurrección y la vida
Tarde o temprano todos tendremos que afrontar la muerte de un ser querido. Los cristianos afrontan esta realidad más que la mayoría porque pertenecemos a una familia más grande: la iglesia. En el cuerpo de Cristo, Dios nos bendice con muchos hermanos, hermanas, padres y madres, todos seres queridos cuyo vínculo espiritual con nosotros nunca se romperá, y también nos Dice en Juan 11:25 que ellos vivirán.
La muerte siempre es fea. La muerte siempre trae dolor. Y no hay nada de malo en el dolor ante la muerte. Jesús mismo lloró por la muerte de su amigo Lázaro. Dios nos ha diseñado de tal manera que la muerte no es natural para nosotros. Estábamos destinados a vivir.
Jesús dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. — Juan 11:25 RVR1960
Pero cuando perdemos a un ser querido que es creyente, debemos recordar una verdad importante que nos ayudará a lidiar con la pérdida. El dolor nos golpeará inevitablemente, pero por la gracia de Dios, el dolor no tiene por qué vencernos. Esta verdad llega al corazón de la fe cristiana y nos ofrece una visión de la persona de Cristo.
Cuando muere un hermano o hermana en el Señor, debemos recordar ante todo que el Padre ha respondido la oración de Jesús. Dios es soberano sobre la muerte de nuestros seres queridos y tiene propósitos que quizás nunca entendamos, pero podemos aferrarnos a la verdad de que Jesús ha orado para que su Padre lleve a su pueblo a casa. Cuando un cristiano muere, el Padre le concede a su Hijo una petición que oró por primera vez hace casi dos mil años, la noche antes de entregar su vida por su pueblo.
Al menos podemos decir esto: cuando un ser querido fallece, Jesús gana mucho más de lo que nosotros hemos perdido, así lo vemos en Juan 11:25.
Jesús sabe que tiene una gloria que está mucho más allá de todo lo que este mundo puede ofrecer. Sabe que la vista de su gloria no dejará a nadie insatisfecho. Jesús está ansioso por que sus preciosos santos entren en la felicidad verdadera y eterna con él. Jesús quiere que recordemos Juan 11:25, el venció la muerte y por medio de Él viviremos su gloria.
Si recientemente has perdido a un ser querido recuerda Juan 11:25, que nos dice que los seguidores de Cristo tenemos un lugar especial junto a Él en el cielo. Esta promesa cambia nuestra perspectiva con respecto a la muerte, pues ya no se convierte en el fin, sino en el principio de una nueva vida feliz junto a Dios.