2 Corintios 12:9 – Bástate mi gracia
La conciencia de nuestra debilidad con respecto al pecado no es el final del camino. ¡Todo lo contrario! ¿Sabes a dónde acudir en busca de fuerza? En 2 Corintios 12:9 encontramos la respuesta.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. — 2 Corintios 12:9
El pecado es todo lo que va en contra de la voluntad de Dios y sus leyes. Cometer pecado es transgredir o desobedecer estas leyes. La lujuria al pecado habita en la naturaleza humana. En otras palabras, está contaminado y motivado por los pecadores.
Experimentamos esta tendencia cada vez que somos tentados por nuestros deseos y deseos de cometer pecados. Sin embargo, tenemos una gran promesa de Dios en 2 de Corintios 12:9, y es que su gracia nos basta para hacer morir a nuestra carne y vencer el pecado.
Si alguna vez te has sentido culpable porque estabas luchando con un pecado en particular, pero parece que no pudiste vencerlo, Dios tiene buenas noticias para ti. A menudo escuchamos de otros creyentes que debemos morir al pecado; pero puede parecer que cuanto más nos esforzamos por no cometer un pecado en particular, más nos quedamos atrapados en él. No tendremos éxito si confiamos en nuestros propios esfuerzos para dejar de pecar, pero tendremos la victoria cuando nos demos cuenta de que no tenemos que intentar hacer algo que ya se ha hecho. Jesús venció el pecado cuando murió y resucitó y, cuando estamos en Él, nosotros también podemos.
Es importante recordar que hay una diferencia entre pecar y el pecado; y cuando estamos en Cristo, incluso cuando cometemos un pecado, ya no somos pecadores. Cuando nacimos de nuevo, nuestra vieja naturaleza pecaminosa murió, y Dios plantó Su propia naturaleza dentro de nosotros. Debido a que nuestra identidad ha cambiado, no queremos seguir pecando como solíamos hacerlo. Aunque el poder del pecado vence a otros en el mundo, el poder de Cristo nos hace lo suficientemente fuertes para resistirlo.
Es por lo gracia de Dios que podemos vencer el pecado, así nos lo recuerda Pablo en en 2 de Corintios 12:9. Cuando podamos aceptar esta verdad absoluta en nuestras corazones, podremos comprender que cuando somos más débiles en realidad estamos siendo fuertes por medio de aquel que nos amo.